1975
En 1974 el Tour de Francia dejó el emplazamiento típico en su epílogo. La demolición del Parque de los Príncipes y posterior paso por el velódromo de la Cipalle dieron paso a la primera llegada a los Campos Elíseos, la inmensa recta que une los grandes símbolos de París, desde las Tullerías y el Louvre hasta el Arco del Triunfo y de ahí recto, emulando uno de los rayos del Rey Sol, hasta la Defensa y su armatoste de arco cuadrado.
Las gestiones se hicieron rápido. En 1975, hace ya cuarenta años el capo Félix Lévitan hizo caso de la sugerencia del periodista Yves Mourousi y se fue directo al presidente de la República, Valery Giscard d´ Estaing, para solicitar que el Tour aterrizara por primera vez en la que los franceses llaman avenida más famosa del mundo, cosa que no les discutiré, aunque por bellas hay un puñado más bonitas.
#DiaD 20 de julio de 1975
Tras 4000 kilómetros y la célebre etapa de Pra-Loup en la que Bernard Thevenet dio cuenta del ciclo Merckx, el Tour celebró la última etapa con salida y llegada en la capital marcando una tradición muy pocas veces rota, la llegada al sprint que cayó en manos del belga Walter Godefroot quien acompañó en el podio a su compatriota, el ya mítico Merckx que subió al cajón para recoger el premio del segundo en el que muchos apuntaron sería su sexto Tour.
1979
En su libro de Etape, Richard Moore describe, en un pasaje, muy fidedignamente quién fue y cómo fue Bernard Hinault. El tipo educado que veis a la izquierda del podio, presentado las autoridades del lugar a los ciclistas, fue, en su época de ciclista, “Stalin, Hitler y Julio César en la misma persona”, un tipo con un carácter indómito, que ya desde tierna infancia buscó su suerte y acabó siendo, treinta años después, el único ciclista que se puede medir con Eddy Merckx en cantidad y calidad de palmarés.
#DiaD 22 de julio de 1979
Bernard Hinault, en amarillo, por París, todo hecho, la carrera ganada, el Tour en el bolsillo, pero no había suficiente. Presto a entrar en la historia el bretón atacó en el corazón de la ciudad de la luz. A su rueda, a duras penas, el segundo en la general, Joop Zoetemelk, le siguió para llegar ambos con dos minuticos sobre un pelotón conducido por la impotencia de Dietrich Thurau y Lucien Van Impe.
El viejo Joop solicitó ganar la etapa e Hinault lo miró incrédulo: “En los Campos Elíseos no hay regalos”. A los tres años, el tejón volvió a ganar, esta vez por delante de velocistas como Adri Van der Poel y Rudy Pevenage. Quiso demostrar quién era “le patrón”.
1989
No son pocas las voces que dicen que el Tour de Francia de 1989 fue el mejor de la historia reciente. Yo no sabría decirlo, pues hemos tenido carreras bonitas, instantes mágicos, sin embargo con perspectiva sí que vemos que aquella edición fue especial, sobretodo porque fue la última que disputaron íntegramente ciclistas de los que entroncaron con grandes mitos de los 70 y 80.
Hablo de Fignon, de Lemond, de Marino, de Perico,… pero es que además la dosis de emoción sostenida hasta la última etapa, el intercambio de golpes de Lemond y Fignon y el desenlace, el más increíble visto nunca, hacen de aquellos días algo ciertamente irrepetible.
#DiaD 23 de julio de 1989
La crono final del Tour se corría entre Versalles y la avenida más parisina del mundo. Con Pedro Delgado descartado y Laurent Fignon instalado en una cómoda ventaja de 50 segundos parecía improbable el vuelco. Sin embargo, Greg Lemond desempolvó su inédito manillar de triatleta –autorizado pero no homologado- para sacar lo mejor de sí y ganarle el Tour por ocho jodidos segundos a Fignon. Tras 3300 kilómetros, unos ochenta metros decidieron el ganador.
1991
1991, 26 años ya. El Tour de Francia entraba sin saberlo en un ciclo: la era de Miguel Indurain. Tras una carrera de tiempos muy marcados, decidida en dos pasajes muy concretos y principalmente en Val Louron, el navarro pasaba por primera vez por el podio de los Campos Elíseos. Cabrían otras cuatro.
#DiaD 28 de julio de 1991
Djamolidine Abdoujaparov había sido uno de los hombres del Tour. Sus ojos vivarachos, cara afilada y morenísima tez le definieron como un ciclista irrepetible, de esos que marcaron a fuego las llegadas de la primera mitad de los noventa. En esa edición llevaba dos etapas ganadas y el maillot verde, pero quería la bendición en la avenida más famosa de París.
El uzbeco lanzó el sprint y su rueda delantera dio contra la pata de una vaya dándose uno de los costalazos más tristemente célebres de la historia reciente del ciclismo. Al poco rato, con la clavícula destrizada cruzó la meta a pie y la bicicleta en la mano para mantener el maillot de los puntos. Al menos le cabría el honor de ganar dos veces en tan preciado lugar.
2013
Desde 2009 la avenida más reconocida de París, con el Arco del Triunfo detrás ha coronado las victorias de Alberto Contador, Cadel Evans, Bradley Wiggins, Chris Froome y Vincenzo Nibali. En más de 100 ediciones del Tour, Australia y Reino Unido se han incorporado al mapa de ganadores de la Grande Boucle. Hubo otro vencedor que no pudo celebrarlo in situ, Andy Schleck, quien recibió la visita del patrón del Tour en Luxemburgo para recibir el maillot que le quitaron a Contador por su positivo en 2010.
#DiaD 21 de julio de 2013
El Tour de Francia celebra cien ediciones para coronar a Chris Froome y llega por primera vez de noche a los Campos Elíseos. En el ocaso, Marcel Kittel lograba su cuarta victoria en esa edición. El robusto alemán completaba su venganza sobre Mark Canvedish, quien era segundo en la misma línea de meta que habái cruzado tres veces primero, desde 2009, hecho que sitúa al de la Isla de Man como el mejor velocista en la llegada más codiciada del mundo.
Imagen tomada del FB de Le Tour de France