La elegancia existe sobre la bicicleta

Elegancia ciclista - Gianni Bugno JoanSeguidor

La elegancia, eso que todos admiran pero pocos tienen

Elegancia sobre la bicicleta: Un pincel. Eso es, como un pincel.

Así te gusta montar en bici, “hecho un pincel”: “impecablemente vestido o arreglado” que, trasladado a nuestro ámbito más puramente ciclista, significa que no salís de casa sino es en perfecto estado de revisión, tú y tu bicicleta, claro está.

¿Qué significa esto?

Pues mira, de momento, si eres de los que limpian la bici sólo cuando llueve, si no le das demasiada importancia a que tus piernas se asemejen más a un par de cactus, o tu maillot, descolorido por el sol, empieza a tener unos cuantos años y tus colegas te dicen que parece que hayas salido del ejército de Pancho Villa, pues, como siempre digo, mejor no sigas leyendo porque este artículo no es para ti.

Pero si eres de los que llevas reluciente la bicicleta y, aunque limpia, decides pasarle de nuevo un paño con esmero, antes de cada salida, al cuadro, las llantas, los piñones… porque te gusta llevarlos resplandecientes, limpios, igual que los de los profesionales, si además sales con tus piernas depiladas, brillantes y con los músculos bien definidos, entonces sigue adelante porque te sentirás reflejado en muchas cosas que aquí voy a contar.

Cómo nos gusta ir guapos ¿verdad?

Ya no sólo en nuestro día a día para ir a trabajar o salir con nuestra pareja, también queremos trasladar esa buena imagen a nuestro deporte favorito, por supuesto.

Una vez os presenté a Óscar Díaz, un buen amigo que muy bien podría representar la elegancia encima de la bici, porque sus amigos lo conocían como Dandy, ya que a él le gustaba ir bien conjuntado, bien “vestido” de ciclista: “todos tenemos algún defecto ¿no?”, nos comentaba siempre con una sonrisa. Fue esa pulcritud la que le llevó a ganarse el apodo de Dandy, un chico al que en su día definimos como un “caballero del pedal”.

Estos Dandys de nuestro pelotón cicloturista son muy reconocibles entre nosotros:

llevan sus zapatillas limpias, sus cascos relucientes, con sus maillots y culotes impecablemente conjuntados, sacados con cuidado del interior del cajón donde el día antes habían sido guardados y doblados con mimo, junto con sus calcetines favoritos, todo a juego.

Elegancia es todo limpio y reluciente

Además estos chicos, que suelen estar bien entrenados luciendo buena planta encima de la bici, esconden sus ojos detrás del último modelo de gafas que haya salido al mercado, que son la envidia de la grupeta.

Pero hay algo que con los años la moda está cambiando: es el hecho de afeitarse la cara o no.

Hace un tiempo, yo mismo escribía que lo “guapo” era llevar nuestro rostro limpio de pelos, bien rasurado, porque yo pensaba -y otros muchos también-, que no había nada más feo que un ciclista barbudo. Esa era mi opinión.

La moda de llevar barba, si bien aún no está implantada definitiva y mayoritariamente en el colectivo ciclista, se empieza a aceptar sin problema porque incluso hemos visto como algunos pros la lucen sin complejos.

Ciclistas con barba: mejor no

Barbas incipientes, de pocos días, más o menos pobladas, más o menos frondosas, pero por citar algunas, podríamos destacar las de Bouhhani, Hesjedal, Xabier Zandio, Julien Bernard, Laurens Ten Dam, Luca Paolini y Dan Craven (ambos, muy, muy barbudos), o las de los no menos barbiespesos Geoffrey Soupe, Ryder Geschke, sin olvidarnos que ciclistas como Valverde, Cavendish, Bonen, Chris Horner, Bradley Wiggins (el ciclista mod) o Peter Sagan, han lucido barba de varios días.

Qué decir del eslovaco ¿verdad? que incluso con melena no le impide ser uno de los mejores esprinters del mundo, por otro lado, algo que ya hizo en su día el “apuesto” Mario Cipollini -un tío muy elegante, todo hay que decirlo-.

Esto ha supuesto una estética revolucionaria entre los profesionales de hoy en día, algo impensable hace tan sólo una década de años atrás, si bien, el recordado Pantani, empezó a lucir perilla con éxito dentro del pelotón, algo que aún le hacía reforzar más su imagen de Pirata.

Parece que esta moda no es pasajera y ha venido para quedarse, y es aceptada de buen grado no sólo entre los ciclistas, sino también entre sus seguidores, no así por ejemplo el dejarse de afeitar las piernas, algo que parece que el indomable Peter Sagan quiso poner de moda a inicios de la temporada pasada, cuando apareció en el Tour de San Luis, en Argentina, con una buena cantidad de pelos en las mismas, dando la nota y siendo objeto de bromas por parte de todo el pelotón, como la de un divertido Nibali que le regaló una cuchilla de afeitar antes de la salida de la etapa.

Porque, claro, por ahí no vamos a pasar, lo de dejarnos barba vale, pero las piernas sin depilar pues como que no.

Esto ya no sería para nada normal, sobre todo entre los pros, cuando hace ya más de 100 años que el italiano Giovanni Gerbi, el diablo rojo, fuera el primero en depilárselas, con las ventajas que ya conocemos a la hora de sacrificarnos con este ritual.

En esto creo que estamos todos de acuerdo que la elegancia en bici ha de venir acompañada sobre todo por unas piernas bien rasuradas y con los músculos bien definidos, si bien no nos podemos quedar sólo con estos detalles que hemos ido enumerando hasta ahora, porque la distinción no sólo se trata de una cuestión de estética, también lo es de estilo, clase y desenvoltura a la hora de pedalear.

La elegancia no siempre tiene que ver con «los pelos»

Cuántas veces, por ejemplo, nos hemos puesto a rueda de algún compañero sólo por el simple y puro placer de ver cómo hacía girar los pedales, ascendiendo “en bailón” o demostrando una elegante seguridad rodando o descendiendo. Esto también es tener clase y los que sabemos apreciar todo esto, también lo disfrutamos y valoramos.

Si volvemos al actual pelotón profesional encontraremos gran cantidad de ciclistas elegantes, pero prefiero echar la vista atrás para recordar algunos ejemplos de elegancia en bicicleta. Podríamos empezar quizás por el más elegante de la historia del ciclismo, si bien es una opinión personal, pero si al suizo Hugo Koblet la prensa francesa lo llamaba chavalier de charme y la española el bello Hugo, sería por algo. En efecto, él fue el primero en peinarse el cabello antes de subir al podio para regocijo de sus admiradoras, que eran muy numerosas.

VDB, el valón mágico

Pero no sólo por el hecho de ser uno “guapo” ya era elegante, porque por ejemplo también era digna de admirar la inteligencia de Gimondi sobre la bicicleta; la habilidad de Anquetil, tan presumido él, a la hora de afrontar sus vertiginosos descensos; la majestuosidad de las largas piernas de la garza Fausto Coppi, el campeonísimo; el estilo y perfección inigualable de nuestro Miguel Indurain; la clase inalterable, incluso en los peores momentos, de Gianni Bugno; la planta de Melcior Mauri y, no quiero olvidarme, la exhibición del malogrado Vandenbroucke ascendiendo Serranillos y poniendo en fila india el pelotón de la Vuelta del 99, con una clase y una fuerza descomunal sin despeinarse. Eso es elegancia.

Para finalizar, hubo un tiempo en que incluso la elegancia era premiada.

En efecto, fue en los años 40 cuando se hablaba de los “bravos corredores que participan en las carreras, así como de las elegantes y deportivas señoritas, que ataviadas con vistosos vestidos adecuados al deporte y con sus bicicletas puestas al último grito, colaboran todos al éxito rotundo del esfuerzo de los organizadores”.

Y vosotros… ¿sois elegantes en bici?

Por Jordi Escrihuela

Imagen tomada de CapoVelo

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