Hace 25 años la situación del ciclismo español era muy diferente a la actual. Las victorias en grandes clásicas se contaban con los dedos de una mano. Estaban el sempiterno Miquel Poblet y sus San Remo de los años cincuenta, y la Clásica de San Sebastián de Miguel Indurain, estando la carrera donostiarra ya en el calendario de la Copa del Mundo. Nadie contaba con Fede Etxabe…
Españoles en las clásicas era un exotismo, una rara habilidad, casi nula y en caso de que emergiera nada apreciada por el establishment: prensa, afición y directores de equipo.
Por eso quedó para los anales la victoria de Fede Etxabe en el Gran Premio de las Américas, una victoria de postín, poco reconocida, sorteada en columnas de salida en la prensa de la época, pero realmente valiosa por su categoría y el contexto en el que se produjo.
El Gran Premio de las Américas se corría en Canadá ya en el otoño ciclista, cuando el otoño tenía las primeras carreras con el campeón del mundo, cuando la París-Tours era mucho más apreciada, cuando en Lombardía hacia siempre un tiempo de perros, cuando Montjuïc echaba el telón y cuando los mejores croners se iugaban el pan en el Gran Premio de las Naciones.
Sobre 224 kilómetros se jugaba la manga americana de la Copa del Mundo, con el Mont Royal como gran dificultad y una larga nómina de lobos aspirando al triunfo. Fue la ONCE, para Laurent Jalabert, quien optaba a la victoria en la general de la Copa del Mundo.
De esta forma los amarillos tomaron el mando hasta que a falta de tres vueltas 18 ciclistas se fueron por delante entre ellos Gianni Bugno, con el arco iris conquistado en Benidorm, y Thomas Wegmuller, excelso rodador suizo que se muestra inquieto y activo, tanto que provoca una criba decisiva en el control de la ONCE.
Porque al final, Laurent Jalabert se queda solo y no da para todos los ataques. El definitivo llega de Luc Leblanc que arrastra a Davide Cassani, el mentado Wegmuller y Fede Etxabe. Un duelo a cuatro que fue a tres cuando Cassani descolgó a Wegmuller.
En el desenlace Fede Etxabe usa sus armas, lanza el sprint de lejos y bate a Cassani y Leblanc. El de Kortezubi firmaba con la historia, como cinco años antes cuando ganaba en Alpe d´Huez, lo suyo fue de pocas pero muy buenas apariciones.
Por cierto que el Gran Premio de las Américas no volvería a disputarse nunca más.