Amarillo dicen que eran las páginas del diario que alumbró el Tour de Francia, una carrera que, como una amplia mayoría, nació por los designios de grupos mediáticos necesitados de crear sus relatos y héroes para que las tiradas compensasen los inmensos costes de distribución de hace 120 años. Era el primer paso “vers le maillor jaune”.
Sin embargo, curiosamente, pasaron muchos años hasta que los mentores del Tour pensaron en distinguir al líder con el color del diario “madre” de la carrera dada la necesidad de distinguir al primero de la general respecto a la plebe.
De ahí la decisión de 1919, de ahí que se decidiera vestir de amarillo a un líder, que dado su “maillot jaune” destacaba entre un pelotón que de glamouroso, más bien poco, pues eran años de postguerra, y la situación no estaba para florituras.
El “maillot jaune” fue reponsado en las espaldas de grandes de siempre como el italiano Bottecchia, el célebre Pélissier, el primer forzado de la ruta, el doblador Frantz e incluso de los héroes de los treinta, desde Leducq a Bartali, huérfano de publicidad, sin nadie que sostuviera el gran premio, no al menos explicitándolo en la principal prenda de todo el pelotón.
Eso sí, la marca de referencia en el momento “Unis-Sport”, la “Le Coq” del momento, proporcionaba la camisola a la carrera. “Unis-Sport” fue toda una leyenda en el momento, un emblema de la “grandeur” que tuvo en Mariano Cañardo, su embajador en España.
Pero hete aquí que el francés medio, tan fino para el negocio, se propuso ponerle un mecenas a la mejor camiseta de la carrera y las marcas se sucedieron en el costado del líder. Finalizada la Segunda Guerra Mundial empezó la subasta por el “maillot jaune”.
Así, entre los años cuarenta y cincuenta, lucieron con el líder del Tour la marca de lana Sofil, la de aperitivos La Suze, a lomos de Louison Bobet, la de electrodomésticos Calor y la de seguros Soleil-L´ Aigle. Curiosamente en la edición de 1959, la de Bahamontes, no hubo mecenas.
En los sesenta, entró la petrolera Shell, que tan bien luciera el afilado Rudy Altig, y acto seguido la enseña de pantalones Toro. El “maillot jaune” de Luis Ocaña estaba “sostenido” por Miko, la famosa marca de helados. Cerveza y mantequilla fueron otros de los productos que pasaron por el pecho de los mejores.
En los ochenta, el desmadre de marcas se calmó. Entró la firma de desayunos Banania que lucieron Fignon, Hinault y Lemond, antes de que Stephen Roche fuera el portador del primer “maillot jaune” patrocinado por Le Credit Lyonnais, la financiera de Lyon que se ha incrustado en la carrera y en la mente de los aficionados, al punto que sus logos son parte expresa de la historia reciente de la carrera. Y son treinta años ya.
Hablando de maillots, ¿qué os parece éste?
Imagen tomada de Collection de maillots cyclistes