Mis veintiocho Tours como periodista

Xavi Garcia Luque El velodromo

Mi primer Tour de Francia fue ya en 1988, a raíz del buen papel de Perico Delgado. Como ya había cubierto Voltas, Setmanas i varias Vueltas a España, me mandaron a Francia a seguir el desenlace de aquel Tour histórico.

Empecé sabiendo cuatro vaguedades, sobre todo tenía una cierta cultura histórica por haber seguido como aficionado las crónicas de los Tours de Ocaña y de Hinault, Fignon… Luego, con la Volta, la Setmana y la Vuelta fui adquiriendo los conocimientos mínimos para defenderme.

Y aquí estoy con veintiséis Tours completos y escribiendo sobre el actual, que será el veintisiete. Antes de todo hice medio, más o menos, el del de 1988, el de Perico Delgado. Lo que pasa es que ese de 1988 no consta oficialmente para la organización del Tour porque se negaron a acreditarme y lo tuve que seguir como «invitado». ¡Pero mis crónicas ahí están, en la hemeroteca! He estado en veintiocho distintos, en total.

 

Página de La Vanguardia

He escrito sobre cientos de ciclistas y si os soy sincero no soy mucho de empatizar con los deportistas. Puedo admirar a uno u otro, pero intento no convertirme en un forofo. Por eso suelo disfrutar igual con una exhibición ciclista venga de quien venga. Se así permite analizar con menos pasión. Hay ciclistas muy amables y otros no tanto, pero en general es un mundo muchísimo más humano que el de otros deportes plagados de «estrellas» intocables.

Tampoco tenemos una persona de referencia en la organización. Además, han ido cambiando a lo largo de estos años. Con los de trato diario directo, los que suelen estar en las salas de prensa, siempre hay más contacto, sin más. Puestos a rebuscar algún detalle que recuerde especialmente, me impactó la grandeza de la carrera ya en 1988… y eso que era muchísimo más pequeña que el Tour actual.

Recuerdo con tristeza el Tour de 1998, el del Festina, fue tremendo porque la información más relevante ya no era deportiva sino de sucesos. Detenciones, registros, interrogatorios… Fue ciertamente especial y ahora, con la perspectiva, lo recuerdo como una experiencia fantástica.

 

El Tour es un monumento. Para mí da lo mismo quién compita, la grandeza es la carrera. Sé que suelen compararlo con acontecimientos como Juegos Olímpicos, Mundiales de fútbol, atletismo u otros. Pero el Tour tiene una peculiaridad y es que se disputa anualmente y eso tiene mucho mérito. Si añadimos la enorme complejidad de organizar un acontecimiento al aire libre, abierto a todo el mundo, y con traslado diario, entenderemos que se trata de algo muy especial. Organizar el Tour es una obra titánica.

El Tour para un periodista es duro. La cantidad de kilómetros que se realizan, las inacabables jornadas de trabajo y las condiciones a menudo difícilmente soportables (de calor, de frío, de inestabilidad tecnológica…) lo convierten en una carrera de obstáculos también para el periodista. Tengo compañeros, habituados a recinto cerrado y pupitre de prensa, que han venido uno o dos días y han comentado que nunca más regresarían.

A veces sueño con ir a un Roland Garros, por ejemplo, trabajar cada día en las mismas condiciones, instalarme en el mismo hotel durante días y que el recepcionista acabe por saludarme por mi nombre. Qué envidia. Y eso que seguro que las jornadas de trabajo son también agotadoras. Por no hablar de los atascos en las carreteras. Como decimos por aquí, mira que es mala suerte que siempre nos toca visitar la región el mismo día que viene el Tour…

Por Xavier Garcia Luque, periodista, nacido en Barcelona hace 58 años, cubriendo la información de ciclismo de La Vanguardia desde hace 35.

 

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