Si el treno blanco del Team Sky tiene un tipo perenne en cabeza, Michal Kiatkowski, convendría detenerse en el corto pero intenso episodio del que fuera mejor polaco en la «Grande Boucle»: Zenon Jaskula.
El Tour de Francia de 1993 pasó a la historia por ser el más apretado entre Miguel Indurain y Tony Rominger. Aunque el navarro ganó con cierta holgura, no deja de ser cierto que el retraso que el suizo acumuló en la primera semana, parte por una discutible sanción, le pesó en el pulso con el navarro.
Sin embargo una de las sensaciones de la carrera es un ciclista polaco que corre con una plaquita bendecida por el Papá Juan Pablo II llamado Zenon Jaskula. El ciclista rubio y deboto aguanta cada etapa las arremetidas de Rominger para sacarlo del podio. En Saint Lary Soulan, Jaskula muestra gráficamente ese concepto tan ciclista de “hacer la goma”. Era un 21 de julio.
No sólo se mantiene con un hilo de vida sino que en la cima Jaskula sprinta y gana la etapa a Rominger. Con Indurain intocable, presenciado la pelea, la victoria de Jaskula pone más presión para el podio. Alvaro Mejía sufre y empieza a descolgarse, Rominger no ceja y Jaskula sigue ahí. La crono final dejaría al helvético como segundo y a Zenon, el polaco que rezaba por su suerte, tercero, abriendo un capítulo inédito de este país en la historia de la mejor carrera.