Tirreno-Adriático, la carrera azul

 

La bota itálica, alargada sobre el mapa, es un terreno caprichosamente cincelado para el ciclismo. Escenario, ciudades viejas, montañas increíbles. Todo invita a la bicicleta en Italia, el país que cada mes marzo es atravesado por su parte ancha por una de las vueltas que quedan bien en cualquier palmarés, la Tirreno-Adriático.

Porque la Tirreno-Adriático, la carrera de los dos mares, pinta de azul la primavera, en un recorrido que es un “mini Giro”, con un poco de todo, pero sobre todo esas llegadas accidentadas en medio de bosques desnudos en las faldas de los Apeninos rebosantes de nieve.

Tirreno-Adriático Vincenzo Nibali JoanSeguidor

Lido di Camaiore, en el Tirreno, y San Benedetto del Tronto, por el gélido Adriático, comprenden el inicio y final de Tirreno-Adriático.

Esto ha sido estos años, incluso en 2018, con esa crono por equipos en la que una bicicleta “desintegrada” le jugó una malísima pasada a Gianni Moscon.

En sus primeros años la carrera se llamaba Tres Días del Sur saliendo desde Roma, nada menos, y acabando en Pescara.

El recorrido era entre Tirreno y Adriático, pero por lares muy diferentes a los actuales.

Hablamos de los años sesenta.

Dino Zandengù ganó la primera edición de la Tirreno-Adriático, año 1966

En los años setenta se asentó la creencia de que la carrera era perfecta para afrontar con éxito la Milán-San Remo, la clásica de más de 300 kilómetros.

Tirreno-Adriático JoanSeguidor

Y esa teoría la alimentó el monstruo belga Roger De Vlaeminck, especialista eterno en Tirrenos, con seis victorias consecutivas, entre 1972 y 1977. De Vlaeminck siempre era protagonista en San Remo, donde ganaría tres veces.

La eterna rivalidad entre Giuseppe Saronni y Franesco Moser también tuvo capítulos en la Tirreno-Adriático, ganadores ambos dos veces, como hicieran con el paso de los años nombres como Tony Rominger, Rolf Sorensen, Vincenzo Nibali y Nairo Quintana.

A partir de los años de Saronni-Moser, mediados los ochenta la carrera viajó más al norte, tomó la denominación actual, se fue a los siete días y comparte escena con la París-Niza, siendo habitual el reparto de figuras entre una y otra.

París-Niza, “le printemps français”

El perfil de ganadores de la Tirreno-Adriático habla de lo variado de sus recorridos, a veces más sencillos, ahí vemos a ganadores como Colagé, Dekker o Freire, incluso Van Avermaet, beneficiado por la suspensión de una etapa de montaña, y otras mucho más duros, como aquella edición que ganó Alberto Contador con un ataque lejísimos de meta para desespero de Nairo.

La Tirreno-Adriático es desde luego el canto al ciclismo eterno que en Italia siempre sienta bien, lo mismo da que sea primavera, amanecer del verano con el Giro u otoño con Lombardía.

Il Lombardia y el ciclismo auténtico

Está tierra está bendecida con el don del ciclismo.

Imágenes tomadas del FB de Tirreno-Adriático

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