Tour de Flandes: ¿Quién será el último “flandrien”?

Tour de Flandes JoanSeguidor

La espera para suceder a Philippe Gilbert en el Tour de Flandes toca a su fin

Domingo de resurrección, en Flandes reviven los muertos, viven para la fiesta, la fiesta entre caminos, rutas vecinales y bosques cerrados. El Tour de Flandes es al ciclismo el «mundial de pasión», el recorrido por lo mejor que ofrece este deporte, un deporte itinerante, errante que cuando pisa Flandes, está en casa.

Primer domingo de abril, como marcan las hojas arrancadas del calendario, es jornada de Flandes de Tour de Flandes. Como dicen por ahí, una de las grandes fiestas del ciclismo.

Tour de Flandes, siempre es el primer domingo de abril

Amberes presta su espectacular Grand Place para el evento. Su teatro por detrás, la gran fuente, la verticalidad de su campanario, gótico flamígero, hasta Pedro Pablo Rubens asiste a la fiesta.

De Amberes hacia toma dirección al sur, hacia Oudenaarde, la ciudad más ciclista de la región más ciclista.

Muros que son franquicias

Y empieza la tortura, el mapa no da más de sí, quiebro, requiebro y otro más. Mil veces por el mismo lugar, mil veces de diferentes maneras, por izquierda, derecha, centro,

Cuando la agonía se dispara, más allá de los doscientos kilómetros y no cabe más opción que desconectar el cuerpo de la mente, el Tour de Flandes vuelve a pasar por el mismo sitio, como si la carretera se emponzoñara en un bucle eterno, como si la vida no avanzara y la suerte estuviese sentenciada por un dedo invisible.

El circuito que desde 2012 acoge el final volverá a ser el centro del universo ciclista, el circuito que encadena el Viejo Kwaremont y el Paterberg, una recta adoquinada en progresiva subida, donde se desnudan carencias y visten campeones.

Aunque acabar el Tour de Flandes, es ya propio de campeones.

Flandes lo ganan ciclistas fuertes, aguerridos y casi siempre valientes.

Tour de Flandes Magni JoanSeguidor

Magni, el primer león

Hubo un italiano que destacó por encima de todos, le llamaron el tercer hombre, porque convivió con Coppi y Bartali, sin embargo, Fiorenzo Magni es poseedor de uno de los mejores bagajes en el ciclismo en general, y Tour de Flandes en particular.

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Magni marcó el camino. Tres triunfos. Como él hubo varios, no muchos, entre otros Johan Museeuw, Tom Boonen o Fabian Cancellara.

Su grandeza es intrínseca en la carrera como las mecas que la dan carácter universal. Un motor económico y polo de atracción que trae millones de ciclistas de medio mundo a conocer el Koppenberg o el Kapelmuur. Aquí el ciclismo se respira, se siente, casi se toca con las manos.

El buen “flandrien”

El último “flandrien” de la lista es un valón, un tipo duro y aguerrido que responde al nombre de Philippe Gilbert. Hace un año fue el estilete que dejó a Peter Sagan sin renovar corona, en una jornada de héroes, con Tom Boonen haciendo las veces de telonero, rompiéndolo todo en la capilla.

Creado en 1913 por el diario Sportwereld, el Tour de Flandes creció rápido por el referente que buscaba en la ya icónica París-Roubaix, una carrera que movía turbas de aficionados belgas al otro lado de la frontera para ver los primeros héroes del infierno.

Flandes, donde la plebe se mezcla con la clase noble

De su feroz disputa se acuñó la palabra “flandrien”, dícese de ese ciclista nato en los límites de Flandes que se especializa en las carreras de la región. Su arquitecto fue

Carolus Ludovicus Steyaert, aunque firmaba como Karel Van Wijnendele.

El “flandrien” no era un ciclista más, era una “máquina de matar”, un corredor de piel gruesa y curtida, alto, cuadrado, tez angulada y los huevos de un toro.

En definitiva, un “flandrien”, un corredor que volara sobre el adoquín, pero al mismo tiempo resistente y duro como el acero. Un personaje del pasado viviendo tiempos presentes que este domingo se juega el honor.

Imagen tomada de FB de Ronde van Vlaanderen

 

 

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